jueves, 4 de noviembre de 2010

Un jueves cualquiera me doy cuenta de todo

Hace muchos, muchos años había un rey que estaba muy, pero muy triste. Había intentado todo y no podía encontrar dentro de él una razón para ser feliz. Entonces, llenó el castillo de globos, organizó fiestas, tomó cerveza, se cortó el pelo, pintó las paredes de anaranjado, escribió poemas y cuentos tristes y alegres, encendió mil velas, tomó tequila, se dejó la barba, viajó por todos lados, puso luces de colores, bailó, regaló helicópteros y caramelos, tomó mojitos, se dejó el pelo largo, leyó hasta que no quedaron más libros en la biblioteca real, tomó terma con soda, se cortó la barba.
Y seguía triste.
Un día, era un jueves, un jueves cualquiera se levantó de la cama con el sol en su cara, con el sol del amanecer en su cara. Me desperté con el sol en mi cara, dijo sorprendido. El sol en su cara era cálido, suave, brillante, tonto, absurdo, real. Se sentó en el piso y se quedó mirando el amanecer entre los edificios y los árboles y dijo: el sol, ahora entiendo todo, no hay nada que hacer.

1 comentario:

  1. es asi, uno puede hacer muchas cosas para cambiar la realidad, hasta q un dia sin darte cuenta, el sol t ilumina la cara!

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